BIENVENIDOS 2013

PRESENTACION

Son muchos los esfuerzos de espacios y redes para la difusión del quehacer antropológico en México. Pero de estas, son escasas las que verdaderamente desempeñan el trabajo académico deseado. Por estas razones, por tener el privilegio de estudiar y de distinguir la falta de compromiso con la sociedad, la critica y al igual el analizar nuestro desarrollo académico que se torna en la transcripción, reproducción y la no producción de conocimiento. Por tal motivo viendo y siendo participes de esta cuestión, se llega a la necesidad de conformar y construir año con año la RED DE ANTROPOLOGÍA POPULAR DEL SUR. La cual privilegia el trabajo con la sociedad civil, organizaciones, comunidades y colectivos; pretende convertirse en una herramienta de y para la sociedad, sin descartar la participacióncon instituciones académicas. La necesidad primordial que busca la Red es la integración en todo el conjunto del tejido social, no obstante también busca la reeducación del científico social para afrontar los hechos sociales que se prescriben día a día.

viernes, 14 de marzo de 2014

Antropología colon-ial y desconocimiento antropológico, ausencias y emergencias de nuestras resistencias-insurgencias, “Sernos y hacernos con los que luchan”. Red de Antropologías Populares del Sur-Toluca David Eduardo Silva Carmona





Antropología colon-ial y desconocimiento antropológico, ausencias y emergencias de nuestras resistencias-insurgencias, “Sernos y hacernos con los que luchan”.

Red de Antropologías Populares del Sur-Toluca
David Eduardo Silva Carmona

Arriba en la comodidad de sus escritorios piensan que no hay quien deba confrontarles, que la realidad que se construye en las matriz de la maquinaria colonial a la que representan y presentan como incuestionable, autentica y única línea formal, histórica y sociogramática de conocimientos dominantes, los cuales reconocemos, como aparatos epistemológicos lineales que operan y ponen a disposición la continuidad histórica y naturaleza del orden existente, reduciendo lo que se ve a una realidad monocultural y monotemporal que se produce en la distancia de la observación y de los observadores desde los hemisferios dominantes, ideales supuestamente democráticos del progreso y desarrollo que se producen como auténticas mitologías de la evolución-civilización que permiten al poder y a sus empoderados reproducirse en el incuestionable manifiesto civilizatorio de la “adaptación-supervivencia”, experiencias de control político sobre la existencia de las diferencias, que vieron nacer de la guerra de desaparición la colonialidad-modernidad-racionalidad epistemocéntrica de los comportamientos de una civilización centrada en Europa y situada en el Individuo de capacidades naturalmente “superiores“ (ego cogito-ego conquiro-ego fálico), globalizaciones que justifican los grandes descubrimientos inquisitorios e imperiales en donde se legitiman los ordenamientos canónicos en la historia de los vencedores, diálogos a la distancia que reproducen para su continuidad las relaciones asimétricas en la forma globalizadora de la violencia sistemática que niega las historias de la desigualdad, la muerte, desaparición, explotación, objetivación, racionalización y mutilación del otrx, su ética, política, erótica y sabiduría reducida a la estética de la hibridez para la continuidad evolutiva y la supervivencia de los algunos que desde el Norte invaden-inventan y desde arriba describen-descubren el mundo, el tiempo y la realidad social que en singular y mayúsculas son los principios de neutralidad-objetividad-racionalidad con que la empresa científica dominante justifica geoepistemológica y promueve geopolíticamente la ontología social de la antropología, su práctica metodológica y epistemológica con la que identificamos la producción y reproducción de la colonialidad en los periodos de los grandes exterminios, genocidas, etnocidas, ecocidas y epistemicidas que a la fecha siguen ejerciéndose contra las historias y contextos, vidas y sentires de lxs oprimidxs, que abajo miramos otros horizontes en las muchas luchas y resistencias por la existencia que resistimos, nuestros saberes sometidos y sabidurías insurgentes.
Contra el orden de lo existente se construye una otra antropología que parte de lo cercano en los horizontes de una ética de las emociones y afectividades, sentires de un corazonar de la antropología comprometida con la vida en la relación ética y política del otrx como igual que producto de la maquinaria de poder colonial con que la razón dominante corporizo y naturalizo la esfera del conocimiento, ha sido excluida como propuesta epistemológica para resignificar y reconstruir un pensamiento crítico que tenga practicas radicales, escenarios donde se visibilice la crisis de las ciencias antropológicas, de los escritorios y de sus alineados, donde vemos la necesidad de construir desde las discontinuidades, poderosos argumentos de reconocimiento de significados y retaguardia de sentidos que denuncien sin descubrir y hablen de lo que las epistemologías de la ceguera como escenarios políticos de desaparición y producción de ausencias callan; en ese sentido re significando nuestras Antropologías Populares del Sur proponemos una experiencia epistemológica de la visión; corazonar de conocimientos cuyo momento y forma de ignorancia es el colonialismo y cuyo momento y forma de saber es la solidaridad, solidaridad que se teje entre los diálogos de conocimientos y reconocimiento del otrx como igual, ruptura epistemológica con la vieja tradición positivista descubrir-describir al otrx a la distancia en búsqueda de discontinuidades prácticas coherentes ética y consecuentes políticamente, ligadas a nuestras experiencias teóricas y metodológicas describir-denunciar en una epistemología de las ausencias como razón de una antropología de las emergencias en una etnografía de lo invisible, como intento de descolonizar el ser, el saber y el poder e identificar en lo que se ve, como experiencia metodológica de la etnografía lo que falta y porque razón falta, textos y contextos que son emergencia de un trabajo antropológico, ético pero sobre todo político sin rastro, pero con muchos rostros, de ahí que tenemos que recurrir a la cartografía del poder como forma de conocimiento arqueológico que no reduzca la realidad a aquello que existe y se produce como realidad existente e inmediata y partir de la incertidumbre, sufrimiento y caos que emana de las inexistencias y procesos de producción de ausencias como posibilidad para re imantar desde las emergencias de las inexistencias nuestras brújulas significándolas en otras coordenadas y sintonías que hacen de nuestras antropologías constelaciones sentípensantes de poderosos argumentos teóricos y metodológicos para romper con las prácticas que la antropología en singular y en mayúsculas han impuesto como imaginarios de una “forma de vida”, herencia inmediata de la razón colonial a la que reclamamos el derecho de existencia como alternativa a la violencia sistemática con que la neutralidad-objetividad-complicidad ha servido a la continuidad histórica del orden existe, donde las diferencias como tal son narraciones excluyentes de textos sin contextos de quienes del desconocimiento antropológico legitiman nuestras desapariciones; de ahí la importancia de re significar un pensamiento crítico junto al otrx radical, es decir en Dussel la propuesta filosófica basada en el diálogo y la atenta escucha a los excluidos es decir al sujeto que ha sido convertido en objeto por la dominación occidental que se mueve en la periferia y desde las fronteras que marcan nuestras subalternidades construir los caminos y grietas que las teorías y conceptos antropológicos plastificados desconocen, pues como nos enseña la sabiduría del Viejo Antonio, “los caminos solo pueden ser construidos caminando, pero es un camino que solo se puede hacer juntos caminando con los otrxs, pues así se construyen todos los caminos”, de ahí la emergencia de nuestras resistencias, antropologías en minúsculas y en plural como deporte de combate que hablan lo que otras callan, corazonar de una antropología comprometida con la vida, en ese sentido esta perspectiva de un pensamiento crítico descolonial implica por lo tanto un descentramiento y desplazamiento radical de los principios que han regulado y regulan la esfera del saber-poder académico institucional en la producción del homo academicus y la reproducción colonial del poder, en el sentido crítico y de combate que Foucault (2012:19) considera necesario situar el punto de actividad, los lugares y formas en que se ejerce esta dominación, si se logra reconocer estos puntos de apoyo del poder de clase, se corre el riesgo de permitirles continuar existiendo anclados en lo más profundo de la violencia de la racionalidad.
La colonialidad del poder se vuelve en consecuencia un espacio epistémico de enunciación donde se comprometen conocimientos y prácticas para legitimar el poder colonial y las políticas de nombramiento con las que se consolidan las diferencias y asimetrías en la reproducción de las desigualdades y sus jerarquías, de ahí la importancia de construir una epistemología de la visión, como un trabajo de visibilidad, alternativa de reconocimiento de la condición constitutiva de que la modernidad es la colonialidad, y que como dirá Mignolo, no hay modernidad sin colonialidad puesto que esta es uno de los ejes constitutivos del patrón mundial del poder que sustentan el ejercicio de la violencia, el despojo, la usurpación material y simbólica detrás de la objetividad-neutralidad-complicidad en contra de los sentidos y sentires de un sernos, sentirnos y pensarnos en la sur-realidad de nuestras resistencias; posicionamientos que difieren con en el continuo de la hegemonía de la razón occidental y del descubrimiento del otrx en un tiempo histórico distante donde se ha consolidado la construcción de la base epistemológica de las teorías y conceptos de la antropología institucionalizada y sus prácticas académicas, diálogos diseñados en la realidad interpretativa de quienes a la distancia miran un mundo fijando sus horizontes en la definición de un tiempo y una realidad social que significa la continuidad del ejercicio y prácticas del poder y el control, simbólico y político de las diferencias, complejas argumentación de la imaginación política de los capitalismos y colonialismos globales que siguen invadiendo-inventando un horizonte cultural civilizatorio como ideal de universalismo, donde las diferencias en condición de su subalternización son fronteras que recorren la justificación globalizada de la violencia en los descubrimientos de la antropología colon-ial, la producción de desconocimiento antropológico y el derecho pedagógico como derecho de conquista.
De ahí la importancia de comenzar a construir un horizonte diferente del que nos hereda la antropología colon-ial y su desconocimiento antropológico como colonialidad del poder y del saber puesto que las condiciones en que se construye como conocimiento son la causa de la continuidad de un modelo histórico, de una historia de la antropología local y el espacio epistémico de sus identidades modernas coloniales, ethos y habitus de los perfiles de distribución racial y representaciones culturales de la imaginación colonial, sus prácticas políticas de negación y narrativas de desaparición de las diferencias como sujetos políticos e históricos sin derecho a existir dentro de las políticas de nombramiento con que el comienzo epistemológico absoluto ejerce la afirmación de la colonialidad del ser, saber y poder, en ese sentido recobrar el significado y el sentido de interés de una antropología comprometida con la vida y con las luchas por la existencia es una propuesta epistemológica, ética y política de la diversidad epistémica de las Antropologías Populares del Sur, constelaciones de conocimientos, saberes y sabidurías en diálogos entre sí que recorren con claridad un posicionamiento político de reconocimiento simbólico, ético de retaguardia del sentido y sentir de una ética de las emociones que refugia entre las condiciones de sus prácticas la búsqueda de una justicia social y una justicia cognitiva global emergente de contextos donde la violencia ejercida sobre las diferencias y los diferentes en sus formas de colonialidad biopolítica, corpopolítica y cognopolítica que se cristaliza en los modos de dominación y el desconocimiento del otrx, zonas del ser y no ser que son las claves rectoras de la continuidad de las asimetrías en las que se presentan las realidades del control político y el ejercicio del poder en las distinciones abismales entre los dominados y los dominantes, principios epistemológicos que rigen la imaginación política colonial y colon-izadora, su razón y la racionalidad aristotélica que da al hombre su escenario de ser, de existencia, representaciones aparentemente dinámicas que permanecen estables, centras en Europa y situadas en el individuo pero que dejan ver la crisis de representación e interpretación del otrx en la maquinaria colonial del poder en las propuestas teóricas de las geopolíticas y geoepistemologías del Norte que enmascaran en la totalidad universalista la producción y legitimación de ausencias en nombre de la continuidad de un Norte global occidentalizado como zona del ser que elimina bajo el avance y justificación colonial/capitalista/neoliberal la zona del no ser del sufrimiento del Sur que resiste y desdibuja con sus resistencias la continuidad histórica existente y sus jerarquías del poder que Según Said (1979: 300), se asientan en los siguientes dogmas: una distinción total entre “nosotros”, los occidentales y “ellos” los orientales; occidente es racional, desarrollado, civilizado y superior, mientras que oriente es aberrante, subdesarrollado, salvaje e inferior; Occidente es dinámico, diverso, capaz de autotransformación y autodefinición mientras que Oriente es estático, eterno, uniforme, incapaz de auto representarse; Oriente es temible (ya sea por el peligro amarillo, las hordas mongoles o los fundamentalistas islámicos) y tiene que ser controlado por Occidente (mediante la guerra, ocupación, pacificación, investigación científica, ayuda para el desarrollo, etcétera.), formas de conocimiento que se reproducen como argumentos que validan la producción de neutralidad-objetividad-complicidad con que la antropología en singular y en mayúscula construye universalismos abstractos que colonizaron y son formas coloniales de producción del poder y distribución en América Latina, África y Asia, expansión dialectico dominadora de los cinco genocidios-epistemicidios que en Grosfoguel (2011:343) asesinan al otrx y lo mutilan totalizándole en “lo mismo”, según Dussel (2011:95) en nombre del ser del mundo  humano y de la civilización se aniquila la alteridad de otros seres humanos, de otras culturas, de otras eróticas, de otras religiones, se incorpora así a aquellos seres humanos o, de otra manera, despliega violentamente las fronteras de su mundo hasta incluir a otros pueblos en su ámbito controlado; los nombres que usamos para definir esa jerarquía son importantes, pues como políticas de la existencia atribuyen a sus fronteras la distribución del poder en un escenario global político y epistémico que reproduce las jerarquías del poder en los horizontes de la existencias y espacios fronterizos de la subalternidad y sus inexistencias Santos (2004:17) –países desarrollados y en desarrollo, países del Primer Mundo y del Tercer Mundo, Norte y Sur, países ricos y países pobres-, jerarquía y diferencias raciales y culturales que existe entre sectores económicos, grupos sociales, regiones, saberes, formas de organización social e identidades que son el efecto acumulado de las desigualdades de la maquinaria colonial del poder en la universalidad occidentalizada en cada uno de esos campos y sus formas estructurales de globalización localizada.
En ese sentido la emergencia de nuestra experiencia histórica nos desplaza a sentipensar la distancia pensándonos en la cercanía de la sur-realidad de nuestras resistencias, dentro de los procesos donde el sufrimiento, los racismos y sexismos sociales, políticos y económicos son formas del racismo epistémico fundacional de la versión más antigua del racismo en cuanto a la inferioridad de los “no occidentales” naturaleza inferior del salvaje que se define con base en su animalidad e inteligencia inferior y, por ende, produce como inexistencias las discontinuidades que tras las luchas por la existencia se convierten en emergencias de la digna rabia con la que se expresan las muchas resistencias donde saber-es resistir, principios epistemológico sentípensantes que re significan sus argumentos emancipatorios en las fronteras de un sernos y hacernos con los que luchan con la intención de no reproducir en la crisis de confianza de las ciencias antropológicas la triste caricatura del antropólogo del norte y de sus estructuras metodológicas de desaparición y descubrimiento en una descripción de escritorio que oculta la realidad inmediata bajo la interpretación funcionalista que acostumbrada a la continuidad positivista solo piensa el orden como último fin epistémico de la filosofía clínica de intervención sobre las diferencias; en ese sentido se pone en relieve la intención de construir espacios de participación y discusión ética pero sobre todo política sobre el proyecto antropológico institucional y sus redes de producción de continuidades, espacios sociales de producción de desconocimientos antropológico y subjetividades militantes que requieren transgredir las barreras epistemicidas con las que han legitimado su origen colonial y replantearse en y desde los procesos que evidencian y cristalizan las producciones de ausencias la emergencia de nuestras resistencias y de las nuevas formas de construir antropologías comprometidas con la vida y con la decolonización del ser, del saber y del poder, de ahí la importancia de sentir en nuestras historias las huellas que se nos han arrebatado para romper con la herencia de la razón colonial y sus prácticas antropológicas, miradas que saturadas de argumentos textocentristas y epistemicidas amparan las antropologías militares y paramilitares con las que se desconocen las luchas de los pueblos y sus altos contenidos emancipatorios.
   La transición paradigmática es un ejercicio práctico del optimismo trágico al que hace referencia Boaventura de Sousa Santos, en este nivel, la actitud es designada como optimismo trágico porque suma, a una aguda conciencia de las dificultades y de los límites de la lucha por formas de emancipación que no sean fácilmente cooptables por la regulación social dominante, una inquebrantable confianza en la capacidad humana para superar dificultades y crear horizontes potencialmente infinitos dentro de los limites asumidos como insuperables para la construcción de una ética de lo cercano, en la praxis cara a cara de una ciencia menos mistificadora y más emancipadora donde el reconocimiento del otrx como igual consolida bases afectivas y emocionales que re significan los sentires de las antropologías en minúsculas y en plural, de sus epistemologías y diálogos con las sabidurías insurgentes de los pueblos que en la lucha re significan sus saber-es resistir como pueblos y el contenido ético, político y epistemológico de nuestras Antropologías Populares del Sur como herramientas de construcción de un sentido liberador para la insurgencia contra el poder, en ese sentido al igual que la Red de Sabidurías y Ciencias Sociales de Abya Yala entendemos las sabidurías insurgentes como esas formas de conocimientos que promueven un horizonte diferente de existencia, donde la complejidad de un sernos, hacernos y pensarnos con los que luchan por existir promueven espacios en donde se escuchen las diversas voces que se comprometen no solo con entender la vida sino con transformarla, dialogo de saberes, sobre todo de seres y sentires para que las sabidurías que han sido históricamente excluidas de las academias, de las universidades, entren a dialogar con las ciencias sociales y dejen de verse como saberes exóticos o folclóricos, y empecemos a reconocer y aprender a des-aprender con su potencial insurgente a nivel epistémico como reafirma la propuesta del plan de descolonización del saber del anciano Guaraní cuando nos dice que “debemos de aprender a crear, a ser nuestra propia agua, nuestro propio sol, nuestra propia tierra”  esto implica empezar a hacer sonar nuestras propias voces, a hablar desde nuestras geografías y nuestros calendarios como existencias contemporáneas y simultaneas a los procesos de desaparición con que la imaginación política de los capitalismos y colonialismos sin fin producen las ausencias que legitiman su existencia, de ahí la importancia de hacer visible el proceso colonial desde los actores subalternos como refiere Guerrero Arias (2010:33) abrir en consecuencia la posibilidad de construir un horizonte diferente otro que tiene la perspectiva del cuestionamiento de la modernidad desde la colonialidad y de iniciar procesos de  re pensamiento crítico y descolonial que parta de las historias, las luchas, experiencias y subjetividades marcadas por la colonialidad y no por la modernidad, y de sus prácticas sociales y políticas que abren senderos para empezar a descolonizar toda forma de colonialidad del saber y del ser, lo que implica poner como centro estratégico la cuestión de la existencia que permita ver las dimensiones simbólicas de lo político y la dimensión política de lo simbólico.
Condiciones actuales que favorecen la desaparición de las diferencias y más aún la legitimación teórica de la desaparición de las diferencias ante la estética de la hibridación que relatan los siempre pasivos cambios culturales y relativismos que autentifican la neutralidad-objetividad como complicidad, relaciones que identificamos como axiológicas del quehacer antropológico de los escritorios, el cual facilita, legitima y justifica la continuación de las asimetrías y las desigualdades sociales, sus formas de ejercicio del poder en el silenciar de las voces que resuenan en la incertidumbre, pues la intención última de estas no es la de actuar con el otrx en la alegría de la liberación, fiesta del otrx que es la alegría de la misma liberación. Por ello nos dice Rozenweig, los pueblos solo festejan y recuerdan los tiempos de su liberación: jamás se festejan las conquistas sobre los pueblos, de ahí la importancia de reinventar en el ejercicio práctico de la cercanía del cara a cara de nuestra antropología popular del sur y las prácticas de coherencia ética y consecuencia política, argumentos epistemológicos que definan la ontología social ya no de una antropología colonial al servicio de los intereses de las clases dominantes, si no como sustento de las muchas luchas que luchamos y resistencias que resistimos para la existencia.




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·          Subcomandante Insurgente Marcos, El viejo Antonio, México, Ediciones y Gráficos Eón, 2012.

·          La permanencia como existencia, las resistencias como ausencias, en la Facultad de Antropología de la UAEMex, pensar las distancias, pensándonos en la cercanía de la Sur-realidad de nuestras resistencias. David Eduardo Silva Carmona

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