Antropología colon-ial y desconocimiento antropológico, ausencias y emergencias de nuestras resistencias-insurgencias, “Sernos y hacernos con los que luchan”.
Red de Antropologías Populares del Sur-Toluca
David Eduardo Silva Carmona
Arriba en la comodidad
de sus escritorios piensan que no hay quien deba confrontarles, que la realidad
que se construye en las matriz de la maquinaria colonial a la que representan y
presentan como incuestionable, autentica y única línea formal, histórica y
sociogramática de conocimientos dominantes, los cuales reconocemos, como aparatos
epistemológicos lineales que operan y ponen a disposición la continuidad histórica
y naturaleza del orden existente,
reduciendo lo que se ve a una realidad monocultural
y monotemporal que se produce en la distancia de la observación y de los observadores desde los hemisferios
dominantes, ideales supuestamente democráticos del progreso y desarrollo que se producen como auténticas mitologías de la evolución-civilización
que permiten al poder y a sus empoderados reproducirse en el incuestionable manifiesto civilizatorio de la “adaptación-supervivencia”, experiencias
de control político sobre la existencia de las diferencias, que vieron nacer de
la guerra de desaparición la colonialidad-modernidad-racionalidad
epistemocéntrica de los comportamientos de una civilización centrada en Europa y situada en el Individuo de capacidades naturalmente “superiores“ (ego cogito-ego conquiro-ego
fálico), globalizaciones que justifican los grandes descubrimientos
inquisitorios e imperiales en donde se legitiman los ordenamientos canónicos en
la historia de los vencedores, diálogos a la distancia que reproducen para su
continuidad las relaciones asimétricas en la forma globalizadora de la
violencia sistemática que niega las historias de la desigualdad, la muerte, desaparición, explotación, objetivación,
racionalización y mutilación del otrx, su
ética, política, erótica y sabiduría
reducida a la estética de la hibridez
para la continuidad evolutiva y la supervivencia de los algunos que desde el Norte invaden-inventan y desde arriba describen-descubren el mundo, el tiempo y la realidad social
que en singular y mayúsculas son los principios
de neutralidad-objetividad-racionalidad
con que la empresa científica dominante justifica geoepistemológica y promueve geopolíticamente
la ontología social de la antropología, su práctica metodológica y epistemológica
con la que identificamos la producción y reproducción de la colonialidad en los periodos de los
grandes exterminios, genocidas, etnocidas,
ecocidas y epistemicidas que a la fecha siguen ejerciéndose contra las
historias y contextos, vidas y sentires de lxs
oprimidxs, que abajo miramos otros horizontes en las muchas luchas y
resistencias por la existencia que resistimos, nuestros saberes sometidos y
sabidurías insurgentes.
Contra el orden de lo existente se construye una otra antropología que parte de lo cercano en los horizontes de una ética
de las emociones y afectividades, sentires de un corazonar de la
antropología comprometida con la vida en la relación ética y política del otrx
como igual que producto de la maquinaria de poder colonial con que la razón
dominante corporizo y naturalizo la esfera del conocimiento, ha sido excluida
como propuesta epistemológica para resignificar y reconstruir un pensamiento
crítico que tenga practicas radicales, escenarios donde se visibilice la crisis
de las ciencias antropológicas, de los escritorios y de sus alineados, donde
vemos la necesidad de construir desde las discontinuidades, poderosos
argumentos de reconocimiento de
significados y retaguardia de
sentidos que denuncien sin descubrir y hablen de lo que las epistemologías de la ceguera como escenarios políticos de desaparición y
producción de ausencias callan; en ese sentido re significando nuestras Antropologías Populares del Sur
proponemos una experiencia epistemológica
de la visión; corazonar de
conocimientos cuyo momento y forma de ignorancia es el colonialismo y cuyo
momento y forma de saber es la solidaridad,
solidaridad que se teje entre los diálogos de conocimientos y reconocimiento
del otrx como igual, ruptura epistemológica con la vieja tradición positivista descubrir-describir al otrx a la
distancia en búsqueda de discontinuidades prácticas coherentes ética y consecuentes políticamente, ligadas a nuestras
experiencias teóricas y metodológicas describir-denunciar
en una epistemología de las
ausencias como razón de una antropología
de las emergencias en una etnografía de lo invisible, como intento de descolonizar el ser, el saber y el poder e
identificar en lo que se ve, como experiencia metodológica de la etnografía lo
que falta y porque razón falta, textos y
contextos que son emergencia de un trabajo antropológico, ético pero sobre
todo político sin rastro, pero con muchos
rostros, de ahí que tenemos que recurrir a la cartografía del poder como forma de conocimiento arqueológico que no reduzca la realidad
a aquello que existe y se produce como realidad existente e inmediata y partir
de la incertidumbre, sufrimiento y caos que emana de las inexistencias y procesos
de producción de ausencias como posibilidad para re imantar desde las
emergencias de las inexistencias nuestras brújulas significándolas en otras
coordenadas y sintonías que hacen de nuestras antropologías constelaciones sentípensantes de poderosos argumentos teóricos
y metodológicos para romper con las prácticas que la antropología en singular y en mayúsculas han impuesto como
imaginarios de una “forma de vida”,
herencia inmediata de la razón colonial a la que reclamamos el derecho de
existencia como alternativa a la violencia sistemática con que la neutralidad-objetividad-complicidad ha
servido a la continuidad histórica del orden existe, donde las diferencias como
tal son narraciones excluyentes de textos
sin contextos de quienes del desconocimiento antropológico legitiman
nuestras desapariciones; de ahí la importancia de re significar un pensamiento
crítico junto al otrx radical, es decir en Dussel
la propuesta filosófica basada en el diálogo y la atenta escucha a los
excluidos es decir al sujeto que ha sido convertido en objeto por la dominación
occidental que se mueve en la periferia y desde las fronteras que marcan
nuestras subalternidades construir los caminos y grietas que las teorías y
conceptos antropológicos plastificados desconocen, pues como nos enseña la sabiduría del Viejo Antonio, “los caminos
solo pueden ser construidos caminando, pero es un camino que solo se puede
hacer juntos caminando con los otrxs, pues así se construyen todos los caminos”,
de ahí la emergencia de nuestras resistencias, antropologías en minúsculas y en plural como deporte de combate que
hablan lo que otras callan, corazonar de una antropología comprometida con la
vida, en ese sentido esta perspectiva
de un pensamiento crítico descolonial implica por lo tanto un descentramiento y
desplazamiento radical de los principios que han regulado y regulan la esfera
del saber-poder académico
institucional en la producción del homo
academicus y la reproducción colonial del poder, en el sentido crítico y de
combate que Foucault (2012:19) considera
necesario situar el punto de actividad, los lugares y formas en que se ejerce
esta dominación, si se logra reconocer estos puntos de apoyo del poder de
clase, se corre el riesgo de permitirles continuar existiendo anclados en lo
más profundo de la violencia de la racionalidad.
La colonialidad del poder se vuelve en consecuencia un espacio
epistémico de enunciación donde se comprometen conocimientos y prácticas para
legitimar el poder colonial y las políticas de nombramiento con las
que se consolidan las diferencias y asimetrías en la reproducción de las
desigualdades y sus jerarquías, de ahí la importancia de construir una epistemología de la visión, como un
trabajo de visibilidad, alternativa de reconocimiento de la condición
constitutiva de que la modernidad es la
colonialidad, y que como dirá Mignolo,
no hay modernidad sin colonialidad puesto
que esta es uno de los ejes constitutivos del patrón mundial del poder que
sustentan el ejercicio de la violencia, el despojo, la usurpación material y simbólica
detrás de la objetividad-neutralidad-complicidad
en contra de los sentidos y sentires de un sernos, sentirnos y pensarnos en la sur-realidad de nuestras
resistencias; posicionamientos que difieren con en el continuo de la
hegemonía de la razón occidental y del descubrimiento del otrx en un tiempo histórico
distante donde se ha consolidado la construcción de la base epistemológica de
las teorías y conceptos de la antropología institucionalizada y sus prácticas académicas,
diálogos diseñados en la realidad interpretativa de quienes a la distancia
miran un mundo fijando sus horizontes en la definición de un tiempo y una
realidad social que significa la continuidad del ejercicio y prácticas del
poder y el control, simbólico y político de las diferencias, complejas
argumentación de la imaginación política de los capitalismos y colonialismos
globales que siguen invadiendo-inventando
un horizonte cultural civilizatorio como ideal de universalismo, donde las
diferencias en condición de su subalternización son fronteras que recorren la
justificación globalizada de la violencia en los descubrimientos de la antropología colon-ial, la producción de desconocimiento
antropológico y el derecho pedagógico como derecho de conquista.
De ahí la importancia de
comenzar a construir un horizonte diferente del que nos hereda la antropología colon-ial y su desconocimiento
antropológico como colonialidad del poder y del saber puesto que las
condiciones en que se construye como conocimiento son la causa de la
continuidad de un modelo histórico,
de una historia de la antropología local y el espacio epistémico de sus identidades modernas coloniales, ethos y habitus de los perfiles de
distribución racial y representaciones culturales de la imaginación colonial,
sus prácticas políticas de negación y narrativas de desaparición de las
diferencias como sujetos políticos e históricos sin derecho a existir dentro de
las políticas de nombramiento con que el comienzo
epistemológico absoluto ejerce la afirmación de la colonialidad del ser, saber y poder, en ese sentido recobrar el
significado y el sentido de interés de una antropología comprometida con la
vida y con las luchas por la existencia
es una propuesta epistemológica, ética y
política de la diversidad epistémica de las Antropologías Populares del Sur, constelaciones de conocimientos,
saberes y sabidurías en diálogos entre sí que recorren con claridad un
posicionamiento político de
reconocimiento simbólico, ético de retaguardia del sentido y sentir de una
ética de las emociones que refugia entre las condiciones de sus prácticas
la búsqueda de una justicia social y una
justicia cognitiva global emergente de contextos donde la violencia ejercida
sobre las diferencias y los diferentes en sus formas de colonialidad biopolítica, corpopolítica y cognopolítica
que se cristaliza en los modos de dominación y el desconocimiento del otrx, zonas del ser y no ser que son las claves
rectoras de la continuidad de las asimetrías en las que se presentan las
realidades del control político y el ejercicio del poder en las distinciones
abismales entre los dominados y los dominantes, principios epistemológicos que
rigen la imaginación política colonial y colon-izadora,
su razón y la racionalidad aristotélica que da al hombre su escenario de ser,
de existencia, representaciones aparentemente dinámicas que permanecen estables,
centras en Europa y situadas en el
individuo pero que dejan ver la crisis de representación e interpretación del
otrx en la maquinaria colonial del poder
en las propuestas teóricas de las
geopolíticas y geoepistemologías del Norte que enmascaran en la totalidad
universalista la producción y legitimación de ausencias en nombre de la
continuidad de un Norte global occidentalizado
como zona del ser que elimina
bajo el avance y justificación colonial/capitalista/neoliberal
la zona del no ser del sufrimiento
del Sur que resiste y desdibuja con
sus resistencias la continuidad histórica existente y sus jerarquías del poder
que Según Said (1979: 300), se asientan en los
siguientes dogmas: una distinción total entre “nosotros”, los occidentales y “ellos”
los orientales; occidente es racional, desarrollado, civilizado y superior,
mientras que oriente es aberrante, subdesarrollado, salvaje e inferior;
Occidente es dinámico, diverso, capaz de autotransformación y autodefinición
mientras que Oriente es estático, eterno, uniforme, incapaz de auto
representarse; Oriente es temible (ya sea
por el peligro amarillo, las hordas mongoles o los fundamentalistas islámicos) y
tiene que ser controlado por Occidente (mediante
la guerra, ocupación, pacificación, investigación científica, ayuda para el
desarrollo, etcétera.), formas de conocimiento que se reproducen como
argumentos que validan la producción de neutralidad-objetividad-complicidad
con que la antropología en
singular y en mayúscula construye universalismos abstractos que colonizaron
y son formas coloniales de producción del poder y distribución en América Latina,
África y Asia, expansión dialectico dominadora de los cinco genocidios-epistemicidios que en Grosfoguel (2011:343) asesinan al otrx y
lo mutilan totalizándole en “lo mismo”,
según Dussel (2011:95) en nombre del
ser del mundo humano y de la
civilización se aniquila la alteridad de otros seres humanos, de otras
culturas, de otras eróticas, de otras religiones, se incorpora así a aquellos
seres humanos o, de otra manera, despliega violentamente las fronteras de su
mundo hasta incluir a otros pueblos en su ámbito controlado; los nombres que
usamos para definir esa jerarquía son importantes, pues como políticas de la
existencia atribuyen a sus fronteras la distribución del poder en un escenario
global político y epistémico que reproduce las jerarquías del poder en los horizontes
de la existencias y espacios fronterizos de la subalternidad y sus inexistencias
Santos (2004:17) –países desarrollados y en desarrollo, países del Primer Mundo y del
Tercer Mundo, Norte y Sur, países ricos y países pobres-, jerarquía y diferencias
raciales y culturales que existe
entre sectores económicos, grupos sociales, regiones, saberes, formas de
organización social e identidades que son el efecto acumulado de las
desigualdades de la maquinaria colonial del poder en la universalidad occidentalizada en cada uno de esos campos y sus
formas estructurales de globalización localizada.
En ese sentido la emergencia de nuestra experiencia histórica nos
desplaza a sentipensar la distancia pensándonos en la cercanía de la
sur-realidad de nuestras resistencias, dentro de los procesos donde el
sufrimiento, los racismos y sexismos
sociales, políticos y económicos son formas del racismo epistémico fundacional de la versión más antigua del
racismo en cuanto a la inferioridad de los “no
occidentales” naturaleza inferior del
salvaje que se define con base en su animalidad e inteligencia inferior y,
por ende, produce como inexistencias las
discontinuidades que tras las luchas por
la existencia se convierten en emergencias
de la digna rabia con la que se expresan
las muchas resistencias donde saber-es
resistir, principios epistemológico sentípensantes
que re significan sus argumentos emancipatorios en las fronteras de un sernos y hacernos con los que luchan con
la intención de no reproducir en la crisis de confianza de las ciencias
antropológicas la triste caricatura del antropólogo
del norte y de sus estructuras metodológicas de desaparición y
descubrimiento en una descripción de escritorio que oculta la realidad
inmediata bajo la interpretación funcionalista que acostumbrada a la
continuidad positivista solo piensa el orden como último fin epistémico de la
filosofía clínica de intervención sobre las diferencias; en ese sentido se pone
en relieve la intención de construir espacios de participación y discusión ética
pero sobre todo política sobre el proyecto antropológico institucional y sus
redes de producción de continuidades, espacios sociales de producción de desconocimientos
antropológico y subjetividades militantes que requieren transgredir las
barreras epistemicidas con las que han legitimado su origen colonial y
replantearse en y desde los procesos que evidencian y cristalizan las
producciones de ausencias la emergencia de nuestras resistencias y de las
nuevas formas de construir antropologías
comprometidas con la vida y con la decolonización del ser, del saber y del
poder, de ahí la importancia de sentir en nuestras historias las huellas
que se nos han arrebatado para romper con la herencia de la razón colonial y sus
prácticas antropológicas, miradas que saturadas de argumentos textocentristas y epistemicidas amparan las antropologías militares y paramilitares
con las que se desconocen las luchas de los pueblos y sus altos contenidos
emancipatorios.
La transición paradigmática es un ejercicio
práctico del optimismo trágico al que
hace referencia Boaventura de Sousa
Santos, en este nivel, la actitud es designada como optimismo trágico
porque suma, a una aguda conciencia de las dificultades y de los límites de la lucha
por formas de emancipación que no sean fácilmente cooptables por la regulación
social dominante, una inquebrantable confianza en la capacidad humana para
superar dificultades y crear horizontes potencialmente infinitos dentro de los
limites asumidos como insuperables para la construcción de una ética de lo
cercano, en la praxis cara a cara de una ciencia menos mistificadora y más
emancipadora donde el reconocimiento del otrx como igual consolida bases afectivas y emocionales que re
significan los sentires de las antropologías
en minúsculas y en plural, de sus epistemologías y diálogos con las sabidurías insurgentes de los
pueblos que en la lucha re significan sus saber-es
resistir como pueblos y el contenido ético,
político y epistemológico de nuestras Antropologías
Populares del Sur como herramientas de construcción de un sentido liberador
para la insurgencia contra el poder, en ese sentido al igual que la Red de Sabidurías y Ciencias Sociales de Abya
Yala entendemos las sabidurías
insurgentes como esas formas de conocimientos que promueven un horizonte diferente de existencia, donde
la complejidad de un sernos, hacernos y
pensarnos con los que luchan por
existir promueven espacios en donde se escuchen las diversas voces que se
comprometen no solo con entender la vida sino con transformarla, dialogo de
saberes, sobre todo de seres y sentires para que las sabidurías que han sido
históricamente excluidas de las academias, de las universidades, entren a
dialogar con las ciencias sociales y dejen de verse como saberes exóticos o
folclóricos, y empecemos a reconocer y aprender
a des-aprender con su potencial insurgente a nivel epistémico como reafirma
la propuesta del plan de descolonización del saber del anciano Guaraní cuando nos dice que “debemos de aprender a crear, a ser nuestra propia agua, nuestro propio
sol, nuestra propia tierra” esto
implica empezar a hacer sonar nuestras propias voces, a hablar desde nuestras
geografías y nuestros calendarios como existencias contemporáneas y simultaneas
a los procesos de desaparición con que la imaginación política de los
capitalismos y colonialismos sin fin producen las ausencias que legitiman su
existencia, de ahí la importancia de hacer visible el proceso colonial desde
los actores subalternos como refiere Guerrero Arias (2010:33) abrir en consecuencia la posibilidad de construir un horizonte diferente otro que tiene la
perspectiva del cuestionamiento de la modernidad desde la colonialidad y de
iniciar procesos de re pensamiento
crítico y descolonial que parta de las historias, las luchas, experiencias y
subjetividades marcadas por la colonialidad y no por la modernidad, y de sus
prácticas sociales y políticas que abren senderos para empezar a descolonizar
toda forma de colonialidad del saber y del ser, lo que implica poner como
centro estratégico la cuestión de la existencia que permita ver las dimensiones
simbólicas de lo político y la dimensión política de lo simbólico.
Condiciones actuales que
favorecen la desaparición de las diferencias y más aún la legitimación teórica
de la desaparición de las diferencias ante la
estética de la hibridación que relatan los siempre pasivos cambios culturales y relativismos que
autentifican la neutralidad-objetividad
como complicidad, relaciones que identificamos como axiológicas del
quehacer antropológico de los escritorios, el cual facilita, legitima y
justifica la continuación de las asimetrías y las desigualdades sociales, sus
formas de ejercicio del poder en el silenciar de las voces que resuenan en la
incertidumbre, pues la intención última de estas no es la de actuar con el otrx
en la alegría de la liberación, fiesta del otrx que es la alegría de la misma
liberación. Por ello nos dice Rozenweig,
los pueblos solo festejan y recuerdan los tiempos de su liberación: jamás se
festejan las conquistas sobre los pueblos, de ahí la importancia de reinventar
en el ejercicio práctico de la cercanía del cara a cara de nuestra antropología
popular del sur y las prácticas de coherencia ética y consecuencia política,
argumentos epistemológicos que definan la ontología social ya no de una
antropología colonial al servicio de los intereses de las clases dominantes, si
no como sustento de las muchas luchas que
luchamos y resistencias que resistimos para la existencia.
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La permanencia como existencia, las resistencias
como ausencias, en la Facultad de Antropología de la UAEMex, pensar las
distancias, pensándonos en la cercanía de la Sur-realidad de nuestras resistencias.
David Eduardo Silva Carmona
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